Sin embargo, si alguien me hubiera dicho las horas que tendría que dedicar para llegar hasta aquí, quizás no hubiera iniciado el camino (jijiji).

Pero en ese camino encontré a un grupo de apasionadas como yo que me me sostuvieron y acompañaron. Y, entre ellas, a quien un día me dijo “deja de ser coach emocional y conviértete en MENTORA EMOCIONAL” (gracias, Cristina!).

Esto supuso un gran avance profesional para mí (y eso que no tuve quien me enseñara a hacerlo) y una gran diferencia en el número de clientes a los que he ayudado y en los resultados de éxito que han conseguido.